Para pensar en el 1° de Mayo, día internacional de las trabajadoras y los trabajadores

Se viene el Día Internacional de las trabajadoras y los trabajadores y conviene recuperar algunas cuestiones, entre ellas, de carácter cuantitativo, para reconocer la extensión de lo que se califica como trabajadores y trabajadoras según las estadísticas oficiales, locales y globales, pero también, otras consideraciones conceptuales o relativas a la situación, a la vida cotidiana y a la organización y sus límites y dificultades en el marco de la sociedad contemporánea.
En el ámbito mundial, la OIT[1] informa que la economía mundial mantiene un bajo nivel de crecimiento, del 3,1% para el 2016 y apenas imagina un 3,4% para el 2017, lejos de los guarismos necesarios para contener en el empleo el crecimiento vegetativo de la población. Por ello, esperan 3,4 millones de nuevos desempleados en 2017 y una suba del desempleo del 5,7% al 5,8% entre 2016 y 2017. Los desempleados del mundo totalizan así 201 millones de trabajadores. El pronóstico para el 2018 sumaría 2,7 millones de nuevos desempleados. En América Latina y el Caribe el desempleo sube del 8,1% en 2016 a 8,4% en 2017 y es Brasil uno de los países de mayor incidencia en la referencia, afectando la situación en toda la región, especialmente en Sudamérica.
Resulta interesante considerar la huelga general convocada por todas las centrales sindicales del Brasil para el 28/4/17, anticipando la protesta en conmemoración del 1° de Mayo contra los proyectos regresivos de reforma laboral y previsional. Será una lucha emblemática que suma a la protesta chilena contra las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP) en el país que inició la secuela de privatizaciones de las jubilaciones. América Latina y el Caribe asisten a una nueva oleada regresiva en la distribución del ingreso y de la riqueza como forma de solventar una salida pro ganancias de la crisis mundial capitalista.
La vulnerabilidad del empleo mundial es un dato relevante y la OIT confirma que el 42% de la fuerza de trabajo se encuentra en esa situación. Se trata nada menos que de 1.400 millones de trabajadoras y trabajadores. El problema se agudiza con cada año y se espera que en 2017 sean nuevos 11 millones de trabajadoras y trabajadores los que adquieran el carácter de vulnerables o carentes de seguridad social. No debe sorprender en ese plano la identidad entre trabajadores empobrecidos y pobres con ingresos menores a 3,10 dólares diarios, que para los países en desarrollo alcanza la cifra del 30% promedio. El empobrecimiento de los trabajadores y su vulnerabilidad es una constante en el capitalismo contemporáneo.
Todas las estadísticas de la OIT muestran resultados más negativos para mujeres y jóvenes, alentando un clima de malestar social que entre otras cuestiones explica el fenómeno recurrente de las migraciones, que tiene especial impacto en la región latinoamericana y caribeña, agudizado con las políticas anti migrantes que impulsa Donald Trump en EEUU y que pueden copiar gobernantes de países receptores de migración en nuestros territorios. Con relación a las expectativas de la economía mundial, la OIT señala que desde el 2012 existe un fenómeno de desaceleración, especialmente en aquellos países que explicaban el crecimiento de la economía mundial luego de la gran crisis recesiva del 2009. China bajó sus tasas de crecimiento del 9/10% a 6/6,5% privilegiando su mercado interno más que la expansión de su comercio mundial.
Según la OIT existe una menor participación del salario sobre la renta generada socialmente, lo que expresa la agravada ofensiva del capital sobre el trabajo en esta etapa del desarrollo capitalista.
Argentina
Los datos del Ministerio de Trabajo a Febrero del 2017[2] señalan la existencia de 12.105.500 trabajadores, entre los cuales:
a) 8.624.800 pertenecen al sector privado (6.224.300 asalariados + 461.900 asalariados de casas particulares + 406.100 independientes autónomos + 1.532.600 independientes monotributistas),
b) 3.100.000 pertenecen como asalariados al sector público y
c) 380.700 son independientes monotributistas sociales.
Una realidad es el crecimiento de la conflictividad derivada del malestar que genera entre las trabajadoras y trabajadores la situación económica. Los datos de conflictividad oficial del Ministerio de Trabajo solo llegan al tercer trimestre del 2016 y destacan el incremento de las protestas, los paros y la cantidad de personas involucradas. Es una situación agudizada recientemente, entre marzo y abril, especialmente con el paro general con adhesión de las tres centrales sindicales, la CGT y ambas CTA.
El Primero de Mayo, día internacional de lucha de los trabajadores será un momento de expresión del descontento por varias razones.
·         Por un lado se registran salarios afectados en la capacidad de compra por efecto de la inflación y la pérdida de poder de compra por actualizaciones salariales por debajo de la evolución de precios. Es algo que acompaña al conjunto de los ingresos populares, especialmente a los millones de jubilados y pensionados y perceptores de planes sociales. Situación extensiva al sector de pequeños empresarios que venden su producción o comercializan bienes y servicios demandados por perceptores de ingresos fijos.
·         Por el desempleo y subempleo, que no registra mayor aumento por el efecto desaliento en la búsqueda de trabajo (según informa el propio estudio del INDEC).
·         Por la precariedad, manifestada en el 33% de trabajo irregular y por ende sin seguridad social.
·         Por las tendencias crecientes a la flexibilización salarial, laboral y a la tercerización que promueven las empresas, disminuyendo el salario de los contratados tercerizados (una práctica de contratación en expansión).
·         Por la afectación de jubilaciones y pensiones, más allá del restringido ingreso previsional y especialmente por las condiciones de vida y seguridad social del régimen previsional para las personas mayores.
No solo se trata de cuestionamientos económicos, sino también políticos y sociales ante la ofensiva del capital sobre el trabajo, la naturaleza y la sociedad.
·         Es evidente que la renta se distribuye a favor de la ganancia y a costa del salario, un tema agravado con el ajuste en proceso y políticas deliberadas para favorecer inversiones y rentabilidad empresarial, con intencionalidad de modificar convenios colectivos e insistir en reformas laborales y previsionales reaccionarias.
·         Crece el reconocimiento que la súper explotación de los recursos naturales afecta las vidas y los territorios donde habitan los trabajadores, no solo de la actividad específica (la soja, la mega minería o la energía con el petróleo o el gas). Crece el conflicto en defensa del medio ambiente, los recursos estratégicos, el agua, el aire y la tierra.
·         Un dato relevante en la cotidianeidad deviene del aliento a un consumo que fortalece el poder de dominación de la producción monopolizada, además, estimulado con un sistema de crédito que hipoteca a las familias en aras del consumismo estimulado desde el marketing y la publicidad.
Todo esto ocurre asentado en una lógica de deslegitimación de las formas asociativas y colectivas en defensa de la mayoría social trabajadora, tal el caso de los sindicatos, las cooperativas y/o mutuales u otros emprendimientos desplegados por trabajadoras y trabajadores ante la imposibilidad de resolver sus ingresos regulares en el mercado laboral tradicional.
No solo no se estimulan estas formas de organización sino que se las combate, ejemplificado en las dificultades jurídicas, económicas y políticas para el crecimiento y expansión de las empresas recuperadas y toda forma de auto organización social y productiva. La autogestión no es motivo de política deliberada, salvo en sentido asistencialista para contener el conflicto social. La represión de estas formas de organización son crecientes y con búsqueda de apoyo social.
Claro que a la estrategia de las clases dominantes contra las formas organizativas de las trabajadoras y trabajadores, se debe adicionar la práctica burocrática, corrupta y mafiosa de varias de las organizaciones sindicales tradicionales, hegemónicas en cantidad de afiliación y asociadas política y económicamente a la lógica del poder.
El desprestigio sindical en la sociedad está trabajado desde las clases dominantes y asociado a una práctica sindical de enriquecimiento personal de la cúpula en desmedro de los derechos e intereses de las trabajadoras y los trabajadores. Contra esa realidad y ese argumento se formuló la perspectiva de un nuevo modelo sindical sustentado en la libertad y democracia sindical con articulaciones diversas del movimiento social y territorial a comienzos de los 90 con el surgimiento de la CTA y es aún una asignatura pendiente y un proyecto que se desafía en estas horas de unidad de acción con acto compartido el 1/5/17, que no supone reunificación orgánica. El proyecto de autonomía de la CTA está en disputa.
Mapa sindical y debates estratégicos
Resulta imprescindible realizar un mapa del sindicalismo y la organización obrera en la Argentina, la región y el mundo. No alcanza con la institucionalización de Centrales Mundiales o nacionales que dejan afuera a la mayoría de las trabajadoras y trabajadores del mundo, la región y del país.
Hacer el mapa es una asignatura pendiente, que debe recoger la multiplicidad de formas de auto organización obrera, en las tomas de tierra para la producción del abastecimiento y la distribución mercantil del excedente mientras no se integre a una lógica productiva alternativa. Vale para la consideración de emprendimientos asociativos entre los que cuentan las empresas recuperadas, las cooperativas y mutuales, tentadas a subordinarse a la lógica del mercado o su contrario, integrarse en un circuito de cooperación y en la producción de valores de uso y no de cambio.
En el plano sindical debe superarse el reconocimiento institucional, con tendencia a restringir las opciones de representación de los trabajadores, con un Ministerio de Trabajo orientado a limitar el avance del clasismo y el sindicalismo comprometido con sus bases, ahora es el caso de los Judiciales de Mendoza, en una actitud ilegal que se anticipa al proceso judicial y desoye la realidad del pronunciamiento de las propias trabajadoras y los trabajadores mendocinos del poder judicial, nada menos con una mujer encabezando la lista ganadora. La violación a los derechos laborales se extiende a las violaciones recurrentes de la cotidianeidad de la explotación y el patriarcalismo.
Más allá del mapa del movimiento obrero, lo que está en discusión es la estrategia, en una perspectiva emancipadora y de poder. En realidad, muy pocas dirigencias discuten una estrategia más allá del conflicto presente y bueno sería reconocer que no alcanza con la táctica de la lucha y que además, se requiere proyecto estratégico, de unidad obrera y popular contra el capitalismo, que no ofrece soluciones a la mayoría de la sociedad, por ende, a las trabajadoras y trabajadores.
Buenos Aires, 28 de abril de 2017



[1] OIT. Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2017
[2] Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.  SITUACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL TOTAL DE TRABAJADORES REGISTRADOS. SISTEMA INTEGRADO PREVISIONAL ARGENTINO SIPA

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