ECONOMÍA, SALARIOS E INFLACIÓN

En el Ministerio de Economía se manejan datos fehacientes para el primer cuatrimestre (enero – abril) de un crecimiento del orden del 6%, bastante por encima del 2,5 previsto en el Presupuesto para el 2010, elaborado en plena recesión de la economía mundial y en el año, el 2009, de una profunda desaceleración económica en nuestro país. Todos los datos confirman la recuperación de la economía argentina para el primer semestre del 2010, y con el crecimiento se reabre la discusión por la apropiación del ingreso, principalmente entre trabajadores y empresarios. Es una puja por la evolución del salario y de las ganancias.
A comienzo del año la pauta de recomposición salarial se estimaba entre el 15 y 20% en las hipótesis que manejaban los diferentes actores en el debate: gobierno, trabajadores y empresarios. Las primeras negociaciones colectivas parecieron transitar por ese carril, sin embargo, finalizado el primer cuatrimestre, hacia abril, con una inflación anualizada que se proyectaba en torno al 25 ó 30% empezó a subir la demanda de las organizaciones sindicales para no perder capacidad de compra ante la aceleración de los precios. Desde las autoridades se negaba el proceso de inflación para concentrar el diagnóstico en tensiones en algunos precios.


A esa altura del año, el piso de la demanda por reajuste salarial se había movido hacia arriba, lo que quedó corroborado con el incremento del 35% escalonado obtenido por el gremio de la alimentación entre mayo del 2010 y abril del 2011. Eso motivó la discusión salarial, incluso de los que habían cerrado prematuramente las negociaciones colectivas. En estos días, los camioneros, liderados por el Jefe de la CGT y hombre cercano al gobierno, demandaron un ajuste del 31%, generando incertidumbre con el simultáneo cierre de la negociación del estado nacional con UPCN, los estatales oficialistas, por un 21%, generando la discusión al interior de los estatales con el otro gremio que los representa, ATE, el mayor sindicato que anima la CTA. Los estatales son conscientes que la mayor actividad económica genera mayor ingreso fiscal y por ende condiciones para aumentar salarios de docentes y profesores, de trabajadores de la salud y otras dependencias públicas. Especialmente complejo se presenta el sector de los docentes universitarios, donde algunos de los sindicatos desconocieron la pauta negociada entre el gobierno y las organizaciones más afines al oficialismo.

Salarios e inflación

Está claro que hay un debate sobre los salarios y la inflación, porque existen empresarios que trasladan el mayor costo laboral a los precios, y otros de menor magnitud que no están en condiciones de hacerlo, e incluso presentan dificultades para absorber esas actualizaciones. Es el argumento de buena parte de las pequeñas y medianas empresas, a la sazón, la mayoría en el empresariado local. Los pequeños y medianos empresarios señalan que sus emprendimientos son principales responsables del empleo y que la estructura de costos que administran restringe su capacidad de mantenerse en el mercado por la múltiple presión que reciben de proveedores o compradores monopólicos; de la presión fiscal y el costo financiero. Son conscientes sin embargo, que la mejora salarial favorece el desarrollo del mercado interno, y es lo que parece haber ocurrido en esta primera mitad del año con el derrame producido por la asignación para menores, hijos de sectores empobrecidos, que reanimaron el consumo de bienes esenciales en la canasta familiar y con ello indujeron parte de la recuperación económica en curso.
Por su parte, el Estado no quiere complicar sus cuentas públicas amenazadas por el fin del superávit abultado y reniega de actualizaciones más allá del límite que expresan los mesurados acuerdos con los gremios estatales.

Esto nos lleva a dos discusiones, una es la que se presenta entre los trabajadores y el capital en su conjunto por la distribución del ingreso entre salarios y ganancias; y por otro, la que se disputa entre los distintos capitales, entre quienes no pueden transferir a precios esos costos y aquellos que tienen posición dominante en el mercado y transfieren a la sociedad esos costos laborales.

La inflación es un fenómeno que pone de manifiesto la puja distributiva en el conjunto social. Es un choque de fuerzas por la apropiación del producto del trabajo social. En definitiva, la inflación, en tanto aumento generalizado de precios, como la puja salarial, es una lucha por quien se queda con la riqueza socialmente generada, máxime en un momento de recuperación de los índices de crecimiento de la economía. El orden capitalista expresa la subordinación del trabajo en el capital y en forma creciente pone de manifiesto la subordinación de la naturaleza y el conjunto de la sociedad bajo la lógica de la ganancia y la dominación, y nos lleva a pensar en estos tiempos de crisis capitalista evidente, explícita, si no es momento de pensar más allá y en contra del orden capitalista.

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